martes, 15 de noviembre de 2011

Lágrimas saladas de un recuerdo dulce.

Recuerdo tus palabras, recuerdo tus susurros, recuerdo tus caricias en la nuca y tus abrazos a escondidas. Recuerdo tu dulzura y las lágrimas que emanan de mis ojos al recordar tu sonrisa. Lágrimas saladas, que me recuerdan a ti. Saladas, dulces y amargas, como tu recuerdo. Tus palabras del pasado, tus olvidos del presente.
¿Recordarás mi sonrisa? Yo recuerdo tus manos. ¿Recordarás mis caricias? Yo aún recuerdo tu aliento.
No lloro porque sufra, son lágrimas de descanso, son lágrimas de alegría, son tus lágrimas, hechas mías. Y nadaré en este charco pensando en ti, en alcanzarte. Nunca llegaré, se borraron tus pasos, perdí tu huella. ¿Dónde estás? Me lo pregunto cada día.
Es el caos de mi mente, que hoy te trae a mí y hace que seas tú la responsable de derribar mis murallas, de abrir un camino, de recordar la inocencia.
Inocencia interrumpida por tu amor, inocencia interrumpida por tu dolor. Un dolor que hice mío, tan mío que aún lo llevo. ¿Ves este lunar? También es tuyo, lo aprecié desde que te fuiste. ¿Y mis ojos? Son los tuyos, te los regalé cuando me miraste. 
El charco sigue creciendo y ¿sabes qué? Sé nadar. Y todo gracias a ti. Crecí, no tengo alas, pero puedo volar si pienso en ti. 
Extraño tu piel, tan suave como tu pelo. Extraño tus labios emanando palabras que olvidé, palabras que aún recuerdo y palabras que inventé, para no callar tu ausencia. 
Te extraño, pero el muro que tu recuerdo derribó me ayudó a no olvidarte sin llorar. Y lloré, y aún hoy lloro y sólo por ti. 
Y las palabras de esa niña que un día te gritaron, palabras de odio y rencor que por tu partida dirigí a dios, un dios en el que no creo y todo por no odiarte a ti.
Te fuiste al poco de llegar y me dejaste perdida en una infancia que nunca más volverá.
¿Orgullo? Por ti, por mí. Orgullosa de mis ojos, que fueron tuyos y que hoy ven lo que tú ya no puedes. Orgullosa de mis labios, como los tuyos, que besan el amor que tú ya consumiste. Orgullosa de mis manos, que esta noche te escriben sin razón y con la razón que el corazón me dio para amarte. 
Te escribo a ti, que jamás podrás leerme, pero te escribo. Te escribo porque esta noche busqué la luna y no la encontré, al igual que busco tus palabras cada noche, perdidas en el infinito de tu adiós. 
No dijiste adiós, yo a ti tampoco. Te lo digo ahora, que ya te has ido, y aún así, tanto tiempo después, te anhelo. 
Déjame tu frágil mano para poderme agarrar en este abismo de soledad que ya no está tan vacío. Aprendí a vivir contigo, sin ti. Y aquí estás, te siento en mi pecho, con cada latido y respirar.
Y hablando de respirar, cada noche extraño tu suave cantar. 
Te extraño. Y lo más bonito de recordarte es la sonrisa que en mi rostro se dibuja, hoy entre lágrimas, para alimentar con más fuerza tu recuerdo.
¿Lo recordarás? Ya lo hago yo por ti.