sábado, 17 de marzo de 2012

Contra la pared.

Abrí la puerta a medio vestir. Intenté “peinarme” mientras escuchaba sus pasos por la escalera. Me acerqué a la puerta, se veía preciosa y ya venía jadeante.
Los planes para salir se disiparon, se perdieron junto con la poca ropa que llevaba encima, la ropa que sus manos, frías, me quitaron al instante de besarme.

Muerde mi cuello, muerde mis hombros, muerde fuerte hasta el punto justo de equilibrio entre placer y dolor. Me gusta.
Un beso, labio a labio, su lengua, la mía. Juegos de palabras a medio decir, un “te quiero” que se ahoga en el preciso instante en que empuja mi cuerpo ya desnudo contra la pared.
Cuerpo a cuerpo, lucha de manos, intento desnudarla y no me deja. 
Tengo frío, me besa, tengo calor. Sus labios en mi boca, mis manos atadas, indefensa y suya era, a su entera disposición y completo placer. Baja su mano por mi pecho sin reparar en unos pezones erectos y dispuestos a atravesar sus ganas. Baja por mi cintura y se detiene en mis caderas, una mano juguetona que amenaza, que despista, me despista. Acaricia mi pierna, que ya tiembla, y tras sus tímidos acercamientos, llega. Por fin. 
Coloca su mano entre mis piernas, ya no está fría y yo estoy empapada. Podría nadar, navegar, recorrerme, una y otra vez y así lo piensa hacer.
Me hace suya, en sus manos, soy toda suya. Juega conmigo, traiciona a mis ganas, no me deja ir, para, me para, me tiene y me retiene.
Me tiemblan las piernas pero no me deja caer. Me gira, trato de girarme, quiero verla, pero es imposible, me castiga. Me castiga mientras mis piernas, abiertas, son incapaces de mantenerme en pie.
Su aliento roza mi cuello tras su mordida y comienza a hacerme suya, de nuevo, desde atrás. Sigue reteniendo mis ganas, sigue parando mi huída, temo empezar a rogarle que no pare.
Me quería así, expectante, a su disposición, suya.
Me llevó hasta el sofá, me sentó sobre él y se arrodilló, frente a mí. Colocó mis piernas sobre sus hombros y fue entonces, en ese preciso instante y no antes, cuando me desperté. 

lunes, 12 de marzo de 2012

Perfección.

En su perfección me pierdo y me encuentro.  Me divierto, me recreo, me sueño, con ella.


En sus piernas encuentro un nuevo camino infinito hasta el punto de su ser con el cual me propongo estremecer su cuerpo, arquear su espalda, hacer que tiemblen sus piernas y la cama.


Mi cuerpo reacciona con tan solo pensarla, se me eriza la piel con tan solo rozarla. Mirarla y temblar, perderme en sus ojos y que no haya nada más.


Son detalles, son sus manos, sus labios, sus piernas y su piel. Es su pelo acariciando mi espalda y los latidos de su corazón al acompasarse con los míos, al dormirse sobre mí.


¿Descansar? ¿Quién quiere descansar? Soy un koala que no quiere dormir si no es a su lado y a su lado no quiere sino abrazarla, admirarla, acariciarla, cuidarla y amarla.


Soy un koala que espera a su tortuga. 


Tartaruguiña.

lunes, 5 de marzo de 2012

- ¿Por qué? -.

Porque lo siento, porque lo veo, porque lo toco. Te toco, te veo, te siento.
Porque quiero. Porque me gusta mirarte y sentirte, observarte, contemplarte, admirarte, ser feliz.
Porque me gusta ser feliz, a tu lado. Me gusta ser feliz al hacerte feliz. Me gusta. ¿Por qué me gusta?
Porque la niña tiene la habilidad de robarme sonrisas con un “Buenos días”. Porque mi felicidad tiene nombre y cuerpo de mujer. Felicidad suave, caliente e infinita, como su cuerpo.
Porque me encanta, me apasiona, me alegra, me distorsiona. 
Porque me desconcierta, me desorienta, me enloquece, me atormenta. 
Porque me desenreda, me despierta y me adormece. 
Porque me calienta, me enfría y me templa. 
Porque me mira y me ve, me observa y me penetra. 
Porque me acaricia, me roza, no me toca y me estremece. 
Porque me curva la espalda, porque me hace sentir, gemir. 
Porque me encuentra y me pierde, me descoloca y me ordena. 
Porque me lleva, me trae, me mece, porque me hace volar.
Porque me sueña dormida y despierta, porque me vive. 
Porque me recibe y me despide.
Porque me piensa. 
Porque me quiere.
Porque me completa, me enamora.
Porque soy suya. Toda suya.