martes, 24 de mayo de 2011

Cual rosa.. (III)

"Se despertó a la mañana siguiente tras una noche de insomnio y lágrimas en el sofá. Subió a su habitación para buscarla. La cama estaba vacía, deshecha y aún caliente.
De repente se giró, dio media vuelta y comenzó a correr, bajó las escaleras y en un abrir y cerrar de ojos llegó a la puerta, la abrió desesperada y..."


Había sido una semana de malas palabras, miradas perdidas en el rencor, lenguas que no se encontraban más que para pronunciar gruñidos.
El sol se fue de vacaciones, las nubes llegaron a hacer guardia y la lluvia hizo acto de presencia acompañada por truenos que hacían temblar el suelo y rayos que hacían arder al fuego.


"... se había ido. Estaba sola. Subió las escaleras de nuevo corriendo y se dejó caer sobre la cama, se abrazó a su almohada aguantando el llanto durante largo rato hasta que se quedó dormida. Un ruido en la cocina la despertó algo después. Sobresaltada bajó, asustada, esperando que fuera ella, deseando no estar sola, con la esperanza de haber soñado. Era Romeo, seguía estando sola.
Cogió al gato como pudo y lo dejó en el suelo, se echó en el sofá, encendió la tele, se quedó dormida...


Una brisa sutil se colaba por la ventana, recorría su cuerpo de pies a cabeza lentamente, fresca, suave y de algún modo también dulce. De repente sentía que la brisa dejaba de ser brisa para ser caricia... Se encogía pensando que soñaba, pretendiendo perderse en su sueño para soñar con ella.
Y soñando estaba cuando soñando la vio, soñada. Sus manos la tocaban dulcemente, lentamente se adentraban en su mundo bajo su atenta mirada. Los besos llovían sobre su cuerpo y en su sueño era suya. Y siendo suya voló por sus sentidos y estremecida entre sus brazos se desvaneció...
Despertó en su cama, encogida. Reparó en los brazos que la rodeaban, despertó de un sueño que no había sido sueño, despertó de nuevo para soñarla a cada hora, a cada instante por el resto de su vida.


No estaba sola, ella siempre estaría ahí, a su lado, entre sus brazos, para amarla."


Se trataba de alcanzar la cima cada día, la gloria, el cielo, bajar al infierno y ser feliz, juntas.
No hay nada fácil al igual que lo imposible no es más que una ilusión. Amar, sentir y crecer con ella fue lo más fácil que hizo, hace y hará.


En su camino ella es su luz, su faro guía, sus zapatos llevan sus pasos en dirección sus manos...
Como deporte trepar a su sonrisa, como afición perderse en sus ojos y como aspiración hacerla feliz.


Estaba condenadas a andar por un camino de curvas infinitas en las que perderse y dispuestas a cumplir su condena eternamente...

1 comentario:

  1. La condena eterna no es condena si es voluntaria. Por lo pronto, me gusta que juegues con el poder de los sueños en este relato, y que hagas de ellos una posible realidad alternativa. Es mi leitmotiv constante.

    Espero seguir leyéndote. Un beso.

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