viernes, 17 de junio de 2011

Amor y religión.

Me educaron en un hogar católico, me atrevería a decir que profundamente católico pero viendo lo visto a lo largo de algunos años puedo decir que profundamente liberal.
Mis padres, como buenos católicos, me educaron en la religión cristiana, católica, apostólica y romana. Me bautizaron a la temprana edad (si se le puede llamar edad) de 2 meses de escasa vida. Mi padrino, gran hombre, persona y ser en sí, es sacerdote, gran amigo de mis padres (los católicos). Mi madrina fue mi prima, que de católica no tiene nada, salvo el bautizo, la comunión y unas cuantas hostias (de la vida, eso si). Todo sea dicho, una madrina sin confirmar, todo un escándalo para la Santa Madre Iglesia.
A la temprana edad de 9 años hice (o me hicieron hacer) la primera comunión, la primera hostia (y a partir de esta llovieron muchas más, no sólo de índole religiosa). 
A mi temprana edad de 9 años, yo, con tantos pecados cometidos, me fui a confesar a aquel hombre mayor. No hace falta que os diga que me sobró una confesión para descubrir que poco le importaban mis problemas, más bien le importaba que rezara el santo rosario de los huevos (con perdón, padre dios) tantas veces como a él le pareciera oportuno.
Como buenos cristianos mis padres me enseñaron la religión desde valores como el amor, el respeto o la ayuda a los demás. El amor, mi madre siempre ha creído en el amor, el verdadero, el de una madre por un hijo, el de un amigo. No sé hasta qué punto cree en el amor romántico, mucho menos en el de Bécquer, pero hoy no es el tema a tratar.
Como iba diciendo, me enseñaron a creer en el amor entre personas, de igual y distinto sexo, me enseñaron a amar. Una mujer católica, apostólica y romana me enseñó que no importa el sexo de una persona sino lo que siente su corazón.
Hoy me han asaltado las dudas al venir dos ideas a mi cabeza, el AMOR y la RELIGIÓN. Se supone que esta última predica el amor y sin embargo lo condena. Condena el amor entre dos personas del mismo sexo. ¿Uno de sus motivos? Que no es “natural” pues no es el modo de procrear. Te hablan de procrear aquellos que no creían en que la tierra da vueltas alrededor del sol, aquellos que no creían en la teoría de la evolución, aquellos que te hablan de un amor superior, puro, omnipotente y omnipresente. 
Te hablan de procrear aquellos cuyos sacerdotes y monjas se pasan una vida entera profesando su amor a su dios, sin procrear. 
El amor de ese dios es para todos menos para los que aman a alguien de su mismo sexo. Te hablan de procrear susodichos especímenes de la raza humana que abusan de un niño, aún sin poder procrear (gracias a Dios). 
Las religiones prohiben el amor, te condenan al absurdo de un matrimonio eterno sin salida, aunque sea un infierno (¿No hablan ellos del cielo?), e incluso te condenan a los abusos que puedas sufrir.
Me enseñaron que la religión era algo bueno y un día creí en ella, tenía 10 años cuando empecé a desconfiar. Veía predicar amor a un cura, veía como incitaba a sus fieles a compartir, a ayudar, a quererse los unos a los otros... Ese mismo cura al que le gustaban los chismes de mal gusto, que ponía malas caras y que no te ayudaba si no dejabas dinero en la cestita. 
Dos cosas aprendí de la religión: a poner la otra mejilla y a no hacer a los demás lo que no quiero que me hagan. Hostias me han llovido muchas, he decidido no poner más mejillas sino evitar situaciones. Con respecto a lo segundo, lo secundo y moriré con esas palabras en mis labios.
Ahora bien, ¿Era necesaria la religión para aprender eso? Obviamente no.
A lo largo de mi corta vida he aprendido que el ojo por ojo y el diente por diente no hace nada sino dejarnos más ciegos e indefensos. Gracias, pero no.
El amor. Nunca me hablaron de amor como algo exclusivo entre un hombre y una mujer.
Nunca me dijeron que el amor entre dos hombres o dos mujeres podría ser algo más que el de amistad, nunca lo pregunté, nunca tuve duda alguna.
Si el amor es algo bello, permítanme dudar que su dios lo condene. Permítanme dudar que su dios exista al igual que ustedes dudan de la pureza de un amor. Permítanme dudar de la educación que ustedes puedan darle a mis hijos si ustedes no creen en la que pudiera yo darles, fuera con un hombre o con una mujer.
Permítanme dudar, que yo no les prohibiré pensar.

No les prohibiré opinar, no soy como ustedes. No les negaré la evidencia, no soy como ustedes. No les vetaré opiniones, no soy como ustedes.
Sólo les pido una cosa, respeten, que es gratis, aquí no les paso cestita.

No tengo nada más que decir, señoría. 

Sed felices, practicad el amor como bien podáis, queráis y os salga de los mismísimos ovarios y santos cojones. 


=)

3 comentarios:

  1. El genero, el sexo, el amor son cositas de los humanos ..la religión y sus políticos (por que son "sus" políticos) .. un problema y una distocia de poder sobre las conciencias humanas y por lo tanto en el fondo un tema de violación de derechos humanos, en mi opinión @montejucar

    ResponderEliminar
  2. La religión aparece ante la búsqueda de la explicación de quienes somos y de donde venimos. Y establece una serie de pautas de lo que debería ser el modo adecuado de actuar en la vida. Pero se olvida de algo fundamental, evolucionar. Llevan años estancadas en unas ideas que no se corresponde con la realidad de la gente que las practica y que lo único que producen es distanciamiento o por el contrario actitudes fundamentalistas.
    Venimos de unas generaciones muy conservadoras y es inevitable que ese conservadurismo siga influyendo en sus descendientes.
    Pero espero que poco a poco se vaya equilibrando la cosa y llegue un día en que cualquier tipo de relación de pareja se vea con normalidad y las religiones realmente proporcionen unas pautas de valores dignos de querer seguir.

    ResponderEliminar
  3. Amor y sexo: ese y no otro es el gran problema...
    Un beso

    ResponderEliminar