viernes, 29 de abril de 2011

Y así se hizo especial... - Cual rosa (II)

"Todo empezó como de costumbre... Un "hola qué tal", un "bienvenida"... "Un placer", un "igualmente"... 
Las palabras fluían, las sonrisas se escapaban, una no quería y la otra se dejaba querer... Sonrisas con hoyuelos y risitas a escondidas...
Bastaba una palabra, bastaban unos puntos suspensivos suspendidos en su silencio... Bastaba poco y nada para que las mariposas se colaran entre ellas, haciendo de la primavera un festival.
Sonreía y contagiaba su sonrisa... Sus hoyuelos hablaban por las dos, su sonrisa nerviosa le gustaba, sabía que era por ella, tenía el control, tenía el poder de hacerla feliz.




Sus manos eran pétalos de rosa que curaban sus heridas y arrancaban sus espinas... Entre las sábanas le enseñaba un mundo nuevo, la vida tenía otro color, en horizontal.
Se acabó el fingir, el esconderse... Ya de nada servía huir, ella la sujetaba pero no demasiado fuerte, sin ahogar... Su lazo la acariciaba cada mañana con sus dulces palabras y su "Buenos días, princesa" al cual, irremediablemente, contestaba ella con una sonrisa aún medio dormida e incapaz de abrir los ojos.


Como idioma sus besos, como dialecto sus lenguas y como jerga los suspiros.
El sol salía, perseguía a la luna hasta el anochecer, cuando el cansancio apagaba su fuego y agotado se marchaba sin ver a la luna aparecer. Mientras, ellas, ajenas a todo, daban vueltas en la cama, persiguiendo el aroma del placer, piel con piel, labio a labio sus manos viajaban ajenas a restricciones, por su propio universo.


Cual rosa era, aterciopelada, suave, bella y dulce... Como las perdices con pétalos de rosa de Laura Esquivel, cada vez que la probaba enrojecía y no había ducha fría que apagara el calor...
Sus espinas se escondían cuando ella la miraba, enmudecía, se estremecía y suspiraba... Era para ella, la quería a ella."


Por la mañana salía el sol y se sonrojaban sus mejillas. Daba igual si las nubes tapaban o no al astro, el calor de la cama iluminaba la habitación.
Ella sonríe, le da igual lo que le depare el día, bueno o malo, sabe que al volver  a casa estarán las luces que iluminan su camino.
Se levanta de la cama, se pone sus zapatos rojos, los chasquea cual Dorothy Gale y se dispone a caminar por las baldosas amarillas que la conducen a su maravilloso mundo de Oz.

5 comentarios:

  1. Un placer pasar a saludarte,
    si te gusta la poesía te invito a mi blog,
    que tengas un feliz fin de semana.
    un abrazo.

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  2. Me ha gustado, Maria !!

    Un saludo

    Smokers01

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  3. Me encanta porque tiene un aire juvenil y fresco. Fácilmente te imaginas el escenario.

    Me encanta también porque describes gestos típicos que hace gracia leerlos y que poca gente los sabe plasmar tan bien.

    Estoy esperando el próximo. ¡Me encanta! =D

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